Nuevas perspectivas sobre el síndrome del intestino irritable (SII), un trastorno del eje cerebro-intestino-microbiota
El Síndrome de Intestino Irritable (SII) es más que un trastorno digestivo: es un reflejo de la compleja interacción entre el cerebro, el tracto gastrointestinal y la microbiota intestinal. Según el Dr. Santiago Blanco, especialista del servicio de Aparato Digestivo de Olympia Quirónsalud, hasta un 10% de la población mundial sufre este trastorno funcional que se manifiesta con dolor abdominal recurrente y alteraciones en el ritmo intestinal, como diarrea, estreñimiento o ambas condiciones.
La base del SII es multifactorial. Su vínculo con el eje cerebro-intestino-microbiota resalta cómo factores como el estrés, la ansiedad y un desequilibrio en los microorganismos intestinales (disbiosis) pueden influir directamente en los síntomas. El Dr. Blanco destaca que, "comprender este eje bidireccional es clave para avanzar en el manejo y tratamiento del SII".
Diagnóstico basado en los Criterios ROMA IV
El diagnóstico del SII se guía por los criterios ROMA IV, que establecen la presencia de dolor abdominal recurrente al menos una vez por semana durante tres meses, junto con cambios en la frecuencia o forma de las deposiciones. Este diagnóstico solo es válido cuando se descartan causas orgánicas, como infecciones u otras enfermedades inflamatorias del intestino.
"El diagnóstico preciso es el primer paso para diseñar un tratamiento efectivo y personalizado", subraya el especialista.
El Dr. Santiago Blanco precisa que el abordaje del SII requiere un enfoque multidimensional, centrado en cuatro fundamentos esenciales:
- Nutrición personalizada: la dieta baja en FODMAPs, ha revolucionado el manejo del SII. Este enfoque dietético elimina temporalmente alimentos ricos en ciertos carbohidratos fermentables, como algunos lácteos, frutas y vegetales, que pueden desencadenar síntomas. Como indica el Dr. Blanco, "la personalización de la dieta es fundamental para identificar qué alimentos tolera mejor cada paciente".
- Restauración de la microbiota: la salud intestinal depende en gran medida del equilibrio de la microbiota. En pacientes con SII, los probióticos, prebióticos y, en casos específicos, antibióticos como la rifaximina, pueden restaurar la flora intestinal y reducir los síntomas. "Entender el papel de los trillones de microorganismos en el intestino nos permite tratarlos como un órgano más", afirma el experto.
- Control del dolor abdominal: los antiespasmódicos y neuromoduladores de acción central son esenciales para aliviar el dolor. Además, se utilizan terapias complementarias que buscan modular la sensibilidad visceral del intestino.
- Factores psicosociales: el estrés y la ansiedad son detonantes clave del SII. "La terapia cognitivo-conductual, las técnicas de manejo del estrés y prácticas como el mindfulness ofrecen herramientas para reducir el impacto emocional en la salud digestiva" resalta el doctor.
"El tratamiento integral no solo aborda los síntomas, sino también las causas subyacentes, adaptándose a las necesidades de cada paciente", explica el Dr. Blanco.
Así, el SII evidencia cómo el cuerpo humano opera como un sistema interconectado. La conexión bidireccional entre el cerebro y el intestino está influida por la microbiota, que no solo interviene en la digestión, sino también en la regulación del sistema inmune y el bienestar mental. "Un desequilibrio en esta microbiota puede potenciar la respuesta del sistema nervioso central y viceversa", señala el especialista.
"El estrés crónico y la ansiedad generan cambios químicos que alteran la motilidad intestinal y fomentan la inflamación", detalla el Dr. Santiago Blanco. Este círculo vicioso hace imprescindible incluir estrategias que reduzcan la carga emocional en el tratamiento.