9/12/2024

El síndrome del corredor y sus efectos invalidantes

Descubre cómo reconocer y tratar este doloroso problema de rodilla.

El síndrome de fricción de la banda iliotibial, más conocido como "la rodilla del corredor", es una de las lesiones más habituales entre quienes practican carreras de fondo o deportes de resistencia. El Dr. Borja Núñez de AysaEste enlace se abrirá en una ventana nueva, jefe de la Unidad de Intervencionismo Ecoguiado y Terapias Biológicas Este enlace se abrirá en una ventana nuevade Olympia QuirónsaludEste enlace se abrirá en una ventana nueva, advierte que este trastorno puede limitar tanto el entrenamiento como las actividades diarias de quienes lo padecen.

"La rodilla del corredor es un problema que afecta principalmente a deportistas que no cuentan con una musculatura suficientemente desarrollada o que tienen una técnica de carrera deficiente", explica Núñez de Aysa. Esto convierte al síndrome en una preocupación tanto para corredores experimentados como para principiantes que no han prestado atención a aspectos biomecánicos clave en su entrenamiento.

¿Qué es el síndrome del corredor?

El síndrome de fricción de la banda iliotibial se produce por el roce persistente de esta estructura fibrosa –también conocida como cintilla iliotibial– con el cóndilo femoral externo, situado en la cara lateral de la articulación de la rodilla. La cintilla iliotibial, una banda delgada pero resistente, conecta la cresta ilíaca en la parte superior de la pelvis con la tibia, atravesando el costado del muslo.

El principal síntoma del síndrome es un dolor agudo e incapacitante en la cara lateral de la rodilla que, según el doctor, suele desaparecer al cesar la actividad física, pero reaparece en los siguientes entrenamientos. En casos moderados o graves, este dolor puede incluso manifestarse durante actividades cotidianas como caminar o subir escaleras, lo que genera frustración y afecta la calidad de vida del paciente.

Entre las principales causas del síndrome del corredor, el especialista de Olympia describe las siguientes:

  1. Debilidad de los músculos aductores de la cadera: estos músculos son clave para estabilizar la rodilla durante la carrera. Cuando están fatigados o insuficientes, el tensor de la fascia lata –un músculo situado en la parte externa del muslo– debe trabajar en exceso, lo que aumenta la tensión en la cintilla iliotibial y provoca el roce doloroso.
  2. Problemas en la pisada: una pisada incorrecta, como la asociada a tobillos valgos o pies planos, puede desviar la alineación de la rodilla, incrementando la fricción en la banda iliotibial.
  3. Desbalances biomecánicos: alteraciones en la estabilidad lumbopélvica y desórdenes en la postura también contribuyen al desarrollo de esta lesión.

"El eje paralelo del cuádriceps se ve afectado en muchos pacientes, lo que puede derivar en otras patologías relacionadas, como condromalacia y tendinopatías rotulianas o cuadricipitales", agrega el especialista.

El diagnóstico del síndrome del corredor requiere un enfoque integral que combine la experiencia clínica con el uso de técnicas avanzadas de imagen. Según el Dr. Núñez de Aysa, una historia clínica detallada es esencial para identificar los síntomas característicos y los factores predisponentes de cada paciente.

Además, herramientas como la ecografía y la resonancia magnética resultan indispensables. La ecografía permite visualizar el estado de la banda iliotibial y descartar otras lesiones de tejidos blandos, mientras que la resonancia magnética ayuda a identificar posibles complicaciones, como edema óseo, lesiones meniscales o alteraciones condrales en la rodilla.

"Un diagnóstico preciso también nos permite diferenciar este síndrome de otras patologías que afectan la rodilla, asegurándonos de que el tratamiento sea el adecuado", subraya el especialista

El tratamiento del síndrome del corredor varía según la gravedad y la duración de la lesión, pero siempre debe abordar tanto el alivio de los síntomas como la corrección de los factores biomecánicos que la causaron.

Según el doctor, en las primeras etapas del tratamiento, es fundamental disminuir la actividad física para evitar que la inflamación progrese. "En casos avanzados, las infiltraciones ecodirigidas con antiinflamatorios y los bloqueos neuromusculares en el vientre muscular del tensor de la fascia lata son opciones eficaces para reducir el dolor y la inflamación. En pacientes con complicaciones lumbares, también puede ser necesario un tratamiento dirigido a nivel lumbar.

La fisioterapia juega un papel importante en la recuperación. "Los ejercicios de fortalecimiento muscular, especialmente enfocados en los aductores de la cadera y los estabilizadores lumbopélvicos, ayudan a corregir los desbalances biomecánicos que dieron origen al problema", indica.

Además, recomienda el experto, un análisis exhaustivo de la técnica de carrera, la pisada y la postura del paciente es clave para evitar recaídas. En algunos casos, el uso de plantillas personalizadas puede ser una solución efectiva.

"Cuando el síndrome es de larga evolución y la cintilla iliotibial está engrosada o hipertrofiada, puede ser necesario recurrir a técnicas como la disección percutánea para aliviar la tensión y modificar el tejido afectado", concluye el doctor.

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